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Trazos artísticos

La parroquia de Carcastillo y el antiguo palacio señorial de los abades de La Oliva forman el más destacado conjunto arquitectónico de la villa. De la primitiva fábrica de la iglesia del Salvador, elevada en la primera mitad del siglo XIII, y denotando un estilo cisterciense, se conserva la nave, dividida en ocho tramos por arcos fajones y cubierta por bóveda de cañón apuntado. A finales del siglo XIX y principios del XX, el arquitecto Félix Medinabeitia, añadió en estilo neogótico un amplio crucero, una cabecera poligonal, la torre a los pies y la capilla bautismal, cubierto todo con bóvedas de crucería. La portada conserva el primitivo crismón y esta situada a los pies del templo.

Según reza una descripción de finales del siglo XVIII: «Aún permanece su antiguo aunque pequeño castillo, y un palacio de cabo de armería, que como todo lo demás, pertenece a dicho monasterio» ( refiriéndose a La Oliva ). Junto a la iglesia, el palacio abacial, en buen estado de conservación, muestra una severa fachada de piedra del siglo XVI, con detalles renacentistas en el balcón y culminada en una solana con arquillos de ladrillo, característica de los palacios de la Ribera y con una indudable influencia aragonesa.

  Iglesia parroquial de san Salvador
Ermitas.-

Existieron también unas ermitas en el término municipal bajo las advocaciones de San Juan Bautista, San Lorenzo y San Esteban, según recoge Jose Mª Jimeno Jurío.

San Juan Bautista debió asentarse en derredor de la primitiva muralla, al oriente del camino hacia La Oliva. Ruinosa por los años 1795, la fuente de San Juan, actualmente transpuesta junto a la carretera, indicaba su emplazamiento.

De San Lorenzo se conocen tanto la fecha de construcción como la de desaparición gracias a los Anales del monasterio de La Oliva del abad Gregorio Arizmendi. El año 1680 edificaron los monjes el corral del Barranco y la ermita, inaugurada con una misa en septiembre del mismo año. El presupuesto de ambas construcciones alcanzó los 1.812 reales y medio, tres tarjas y dos cornados. Todos los años, el día del santo se celebraba en la iglesia misa matutinal cantada, con ministros, clave y credo, llevándose un confesionario para oir a los penitentes de ambos sexos, devotos del mártir. Asistía la comunidad con cogullas. Hasta 1808 primero, con la guerra de la Independencia, y tras la segunda exclaustración de 1821, derivó en abandono y ruina, llevándose al monasterio parte de la piedra de las paredes el año 1833.

Por último, San Esteban que menciona como ruinosa ya a finales del siglo XVIII el diccionario de la Real Academia de la Historia.



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