Escudo de la Oliva

San Bernardo de Claraval

Fundador y primer abad de Claraval (Clairvaux).

Nacido en el castillo de Fontaines-les-Dijon, en Borgoña (Francia, cerca de Suiza) en el año 1090 . Sus padres fueron Tescelin el Moreno y la dulce y encantadora Alicia, señores del lugar y vasallos del duque. Este santo matrimonio—los dos son venerables y beatos— tuvieron siete hijos Guido, Gerardo, Bernardo, Humbelina, Andres, Bartolome y Nivardo. Todos seran Santos o Beatos. Con sus siete hermanos recibió una excelente formación en la religión, el latín y la literatura.

Llamado «Mellifluous Doctor» (boca de miel) por su elocuencia. Era un escritor nato. Le gustaba practicar géneros literarios tan diversos como la sátira, el ensayo, la sentencia, la parábola, el oficio litúrgico la leyenda hagiográfica, la carta, el sermón, el tratado, el comentario bíblico. Bernardo era poeta, artista, músico y pensador: todas estas cualidades están realzadas por el estilo, reflejo de su inteligencia y de su genio.

San Bernardo es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que más impacto ha tenido en la Iglesia. "El hombre que se enamoro de Dios". "El gran amante". "El reformador del Cister". Este gran hombre que influyó en la Iglesia de la Edad Media más que los reyes y Papas de su tiempo: predicó Cruzadas, dirigió batallas, paso largas horas en oración. Fue el verdadero reformador de la vida religiosa y hasta cristiana de la Edad Media.

San bernardo de Claraval
 

Personalidad de Bernardo

Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo. Amable, simpático, Inteligente, bondadoso y alegre. Todo esto y vigor juvenil le causaba un reto en las tentaciones contra la castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres. Pronto descolló en los estudios y en la piedad. A los 17 años muere su madre y Bernardo busca su camino en medio de fuertes dudas y ansiedades. El mundo le sonríe y la pasión le halaga. Bernardo resiste y fortalece su voluntad con actos heroicos de virtud.

En 1112 ingresó en el monasterio de Cîteaux (Císter). Tres años después, fue enviado a fundar la abadía de Claraval (Clairvaux), de la que fue el primer abad. La nueva fundación llegó a contar con más de setecientos monjes y se le agregaron 160 monasterios. Claraval y el Císter ejercieron la influencia tenida antes por Cluny gracias a Bernardo.

Viajero incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le dañó la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Exclamaba: «A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar.» Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

Un «carbonero» Pontífice

Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, lo cual hizo de muy buena voluntad. Llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Honorio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle:

«Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación.»

En 1128 comenzó su papel de árbitro: defendió al obispo de París contra el rey, apoyó enérgicamente al fundador del Temple. Tras la muerte de Honorio II fueron elegidos dos papas, apoyando a Inocencio II, que prevaleció sobre su rival.

Hermano Bernardo fue un místico que se opuso tanto al racionalismo de Abelardo como a la ortodoxia escolástica.

Se impregnó de devoción mariana y no cesó de denunciar los abusos eclesiásticos. Dirigió enérgicas advertencias al papa Eugenio III, antiguo discípulo suyo.

Entre sus numerosas obras, cabe destacar De amore Dei, Adversus Abelardum, más de trescientos sermones y muchos poemas. Fue canonizado en 1173.

Sin duda, San Bernardo de Claraval se trata del hombre más extraordinario que haya conocido Occidente. En él hay un misterio de "superhombre" divino que escapa a la comprensión puramente humana.


Vínculos con la Orden del Temple

En 1115, un piadoso caballero francés llamado Hugo de Payens y su compañero Godofredo de Saint-Adhemar, flamenco, concibieron el proyecto de fundar una orden monástica consagrada a la custodia de los peregrinos y a la guarda de los inciertos caminos del reino, la orden de los pobres soldados de Cristo.

Los primeros efectivos de la orden fueron siete caballeros franceses. El grupo había jurado, ante el patriarca de Jerusalén, los votos monásticos de castidad, pobreza y obediencia, y el rey de Jerusalén, Balduino II, les había concedido cuarteles en las mezquitas de Koubet al-Sakhara y Koubet al-Aksa, situadas sobre el solar del antiguo Templo de Salomón. Por este motivo la orden se llamaría, con el tiempo, orden del Temple y sus miembros "templarios".

A los pocos años de la fundación de su orden, Hugo de Payens se planteó la necesidad de ampliarla y consolidarla otorgándole unos estatutos. En otoño de 1127 regresó a Europa con cartas de recomendación del rey Balduino II. La incipiente orden despertó el entusiasmo de uno de los eclesiásticos más prestigiosos de la Cristiandad, San Bernardo de Claraval, el reformador del Cister.

En el concilio de Troyes, 1128, se accedió y encargó a Bernardo la tarea de redactar la regla correspondiente de la Orden del Temple; y Bernardo dictó al clerigo Miguel la regla de la Orden. Esta regla era monacal y esencialmente cisterciense. La Milicia del Temple se había constituido, y Bernardo había abocado en ella todo el peso de su palabra y su autoridad:

Ha aparecido una nueva caballería en la tierra de la Encarnación. Es nueva, digo, y todavía no ha sido puesta a prueba en el universo en el que ella desarrolla un combate doble: por un lado contra los adversarios de la carne y la sangre, y por otro, en los cielos, contra el espíritu del mal. Y no me parece maravilloso, porque no lo encuentro extraño, que esos caballeros se enfrenten a los enemigos corporales con su fuerza corporal. Pero que combatan con la fuerza del espíritu contra los vicios y los demonios, eso no sólo lo llamaré maravilloso, sino digno de todas las alabanzas debidas a los religiosos.

La misión de Hugo de Payens en Occidente constituyó un éxito. Después de la calurosa aprobación de su orden en el concilio de Troyes fue reclutando gran cantidad de caballeros. Los efectivos humanos del Temple crecieron y fueron determinando una jerarquización de categorías y una especialización en los oficios.

Los caballeros profesos constituían una minoría selecta. El resto de la orden estaba compuesto por capellanes, hermanos de oficio, sargentos de armas, artesanos, visitadores e incluso asociados temporales. A la cabeza de todos ellos estaba la autoridad superior del gran maestre, elegido por concilio general en la casa madre de Tierra Santa.

En 1133, a petición de Alfonso VI de Castilla, introdujo el Cister en España (abadía de Moreruela) e intervino en casi todas las nuevas fundaciones de la orden (La Oliva, Las Huelgas, Santes Creus, Veruela y Poblet). En 1140 obtuvo la condenación de algunas tesis de Abelardo.

Bernardo en 1146 predicó la segunda cruzada en Vézelay y en Spira.



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