Escudo de la Oliva

Trazos históricos
 

Declarado Monumento Histórico 
Nacional el 24 de abril de 1880.

Según las crónicas monásticas, corría el año de la era de 1172 -el año 1134- cuando se levantaron las primeras piedras de la iglesia del Monasterio, un hermoso templo que serviría a unos monjes cistercienses para elevar sus cantos y plegarias al Señor. Reinaba, a la sazón, García Ramírez en Pamplona y Navarra e hizo donación del término de Oliva, Castelmunio y de la villa de Encisa, al abad de Scala Dei para la instalación del mismo.

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Ya en el año 1098 fue fundado el monasterio de Citeaux en la diocésis de Châlons por el abad Roberto junto a otros monjes procedentes de la abadía cluniacense de Molesmes impulsados por restablecer la austeridad primitiva de la regla de San Benito. Simplicidad que será característica del Císter.

Las dimensiones territoriales del cenobio fue aumentando con lugares como Figarol, Carcastillo (1162) y Mélida y Murillo el Cuende posteriormente.


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Son los siglos XII y XIII de gran esplendor por donaciones, herencias y compras por la Navarra Media, Ribera del Bajo Aragón y por las Cinco Villas aragonesas.

En 1348, como consecuencia de una peste, sufrió un fuerte revés con el consiguiente descenso y depauperación de la población, y con el conflicto trastamarista, pero durante el siglo siguiente se fue recuperando poco a poco.

En época moderna dispusieron del privilegio de asiento y voto en las Cortes del Reino, entre los representantes del brazo eclesiástico.




Supondrá el siglo XIX una época negra para el monasterio. En 1808, con la Guerra de la Independencia, fue desvalijado por los franceses de Dagut, y la comunidad fue disuelta y dispersada hasta 1814 en que regresaron, hasta que en 1820 fueron embargados sus bienes y al año siguiente los monjes exclaustrados; volvieron en 1823.

Con la Desamortización de Mendizábal se decretó la expropiación de los bienes eclesiásticos. El primero de octubre de 1835 fueron sus bienes desamortizados. Una columna volante se llevó a Tudela a los monjes y todos los muebles y semovientes que pudieron.

La mayor parte del Coto o Campo Redondo, unas 300 ha. fueron vendidas en 1822 y 1835.

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El monasterio quedó arruinado, la gran Iglesia convertida en almacén. El archivo y la abundante biblioteca incautados.

La comunidad de Santa Susana de Maella (Zaragoza) fundada el año 1796 por Dom Gerásimo de Alcántara, a instancias de Dom Agustín de Lestrange, restaurador de la Orden de Cistercienses de la Estrecha Observancia, que en 1835 pasó a Francia y regresó en 1880 sin medios económicos, recorre diversos lugares de Cataluña y Castilla buscando un emplazamiento.

En 1927, tras muchos avatares estaba en Getafe (Madrid), e instada por la Diputación Foral de Navarra, y en especial la Comisión de Monumentos presidida por el padre D. Onofre Larumbe, tomó posesión definitiva del Monasterio.

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Fue este padre persona que empleó lo mejor de su vida, energías y dinero en la restauración de La Oliva. La Institución Príncipe de Viana sucedió a la Comisión en sus esfuerzos por conservar este importante legado monumental.

En 1948 fue elevada La Oliva a rango de Abadía y su primer abad después de la restauración fue D. José Olmedo (1948-1957). Comienza la nueva vida regular monástica, se va restaurando el templo, los claustros. Más adelante, ya en nuestros días, se levanta un nuevo edificio para la residencia de los monjes. La biblioteca se va formando y enriqueciendo. Algunas posesiones inmuebles se recuperan. Se transforma el antiguo Palacio Abacial en una moderna, sencilla y cómoda Hospedería y se urbaniza toda la parte externa del monasterio.




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